Julia Navarrete

«Lo quiere Dios, Lo quiero yo»

Fundadora de las Misioneras Hijas de la Purísima Virgen María

Nació el 30 de junio de 1881, en Oaxaca, México. Fundó la Congregación de Misioneras Hijas de la Purísima Virgen María en 1903.

Mons. José María Portugal y Serrato, aprueba las Constituciones y le encomienda a Julia y sus compañeras la apertura de un colegio católico, les ayudó dándoles unas casas viejas y compró todo el mobiliario y material didáctico que las hermanas pidieron. El Colegio abrió sus puertas el 4 de enero de 1904.

Desde este lugar madre Julia viaja constantemente llamada por Dios, a través de la voz de algunos obispos que le pidieron abrir nuevas casas en sus diócesis; así hace numerosas fundaciones, aquí en Aguascalientes, Durango, Coahuila, Sonora, Baja California y en Estados Unidos.

En su largo peregrinar llena de fe y amor generoso sufre las calamidades de la persecución religiosa, el despojo, el desamparo externos e internamente, en la Congregación sufre también incomprensiones, calumnias, destierro; aceptando todo como venido de las manos providentes de Dios.

Su vida espiritual intensa y seria la llevó a un abandono total en la voluntad divina a las altas cimas de la vida mística y a una conducta sencilla, diligente, equilibrada, prudente, con la humildad de la verdad y la transparencia ante Dios y ante los hombres, amando y perdonando, trabajando siempre con alegría y confianza en Dios. Religiosa contemplativa en la acción y activa en la contemplación.

Su fortaleza, amor y calidez humana le permitieron madrugar siempre para orar y trabajar. Velar de noche en adoración al Santísimo y atendiendo la enfermedad de muchísimas hermanas y de niñas, especialmente las que estaban internas y las niñas huérfanas o abandonadas de padres y familiares que cuidaran de ellas, de muchísimos hombres y mujeres afectados por carencias y afligidos por problemas cotidianos

La Madre Julia es la misionera dinámica, creativa; en medio de grandes limitaciones, volcada al mundo que le tocó vivir, sus fundaciones las realiza con el único criterio de ir al lugar más necesitado del Evangelio, sin importar fronteras, climas muy cálidos, lugares inhóspitos.

El Papa Juan Pablo II declaró el 22 de junio de 2004, que: vivió las virtudes de Fe, Esperanza y Caridad, así como las virtudes morales, en grado heroico y desde entonces la Iglesia la reconoce como Venerable.

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